martes, 20 de noviembre de 2018

Me envolveré en papel periódico

Hace algunos meses, me dijeron que era una niña inmadura y caprichosa, en aquel momento a mi ego le costó reconocerlo, incluso en un inicio lo negó rotundamente, ya que, cómo era posible que alguien con mi recorrido profesional, mis experiencias vividas, mi seguridad y demás mascaras del ego, fuera inmadura. Pues hoy lo digo y no me arrepiento, me siento como niña de 15 años haciendo pataleta al no quererse poner el vestido pomposo de tul y color brillante. Profundamente inmadura y estoy bien con eso.

La razón de dicha afirmación radica en que la vida que tenia en aquel entonces es completamente diferente a la que tengo ahora. Luego de renunciar a mi antiguo trabajo, los cambios no se hicieron esperar, fue como el primer paso a lo que soy ahora. Después de renunciar a la vida laboral que creía ideal, también renuncié a la idea que tenía de una relación perfecta, aquella donde constantemente debía probar mi valor, debía ser significante, debía ser y parecer la mujer 10, la siempre dispuesta y siempre disponible, la que nunca dice que no. Le dije adiós a esa mujer, para decirme mucho gusto a mi misma, una yo que es dual, porque un día puede estar perfectamente arreglada y al siguiente salir en sudadera y tenis a comprar la leche, una que se siente hermosa por el sólo hecho de ser mujer, sin importar si paso 10 minutos o una hora en la habitación preparándose para salir.

Despedirme de todas esas ideas causaron un “enchandizamiento” (Gracias Naty Merizalde) nivel Dios, prueba de ello, no escribía hace meses, no tenía idea de dónde estaba parada, pero lo que si estaba segura es que de esa salía. Primer paso, he de reconocer que no estaba viviendo mi vida, sino aquella que habían orquestado para mí, una dónde primero te gradúas, luego consigues el trabajo de renombre, tienes un novio por unos 5 años, te casas, te vas de la casa y mueres feliz comiendo perdices. Que gastritis, para aquellos que son felices en ese molde, pues felicitaciones pero paso, “enchandizada” o no, esa no era la vida que quería vivir. Por ende, el primer paso para reconocerme, fue decirme sí y cumplirme, ¿cómo? Fácil, escuchando esa pequeña voz en mi cabeza que decía: “Salta que podes volar”. Y volé, sí, me independicé, no sólo de manera física yéndome de la casa de mi mamá sino también abandonando todas las ideas que tenia de lo que era una “vida perfecta”. 

Cambie el trabajo estándar, por uno muy distinto, por uno lleno de adrenalina, uno que hace algo más que pagar mis cuentas, uno que me reta, me divierte, me permite ser yo, uno llegó para enseñarme con amor y sin esperar más que mi mayor esfuerzo. Hasta ahí todo bien, nuevo trabajo, nuevo lugar para vivir, nuevas personas, nuevos aprendizajes.


Sin embargo, todo cambio genera una crisis, la mía llego igual de grande al cambio que había hecho. En el nuevo trabajo, al no ser estándar, ya no tenía nada bajo control y debía reconocer que no tenía ni media idea que estaba haciendo, así que mi ego lo mande de vacaciones, para humildemente reconocer que necesitaba aprender, hacerlo con tiempo, permitirme cometer errores, pedir disculpas y dejarme enseñar por alguien que considero como un papá y amorosamente estaba dispuesto a transmitirme todo su conocimiento sólo con el compromiso de ponerme la camiseta.

En mi nueva casa con mi independencia, todo iba muy bien, o sea yo era una niña grande que sabia que era pagar arriendo, servicios, mercar, pero, en el manual del primer apartamento nadie indica que hacer cuando ya no quieres a las visitas en tu casa, ¿les paras la escoba? ¿cierras el registro del agua y finges un daño? ¿te haces la dormida?, esas respuestas no las tenía, ya que, ante cualquier incomodidad era yo la que huía y era muy fácil hacerlo, puesto que no era en mi casa donde estaba. Así que era hora de enfrentar la realidad, no me las sabía todas, de hecho, ya no me sabía casi ninguna y debía hacer las paces con ello, era tiempo de reconocer que al cambiar tantas cosas, en tan poco tiempo y de una manera tan rotunda, yo no era la misma, no podía aplicar las mismas lecciones, porque era hora de aprender unas nuevas.

Así que, un día en una llamada a un amiga mientras esperaba que la luna llena me iluminara reconocí que para el momento en que me encontraba, la adultez, era plenamente inmadura, pero que reconocerlo era lo más maduro que podía hacer, porque le permitía al universo arroparme amorosamente en papel periódico y madurar en esta nueva etapa, una que al terminar me arrojaría a otra donde nuevamente sería inmadura y por fin estaba bien con ello.

Reconocernos inmaduros es lo mas amoroso que podemos hacer, no sólo con nosotros mismos, sino con los demás, ya que, es aceptar que somos estudiantes permanentes con este gran maestro llamado destino, uno que todo lo que nos ofrece es crecer, a veces desde el amor, otras desde el dolor, pero siempre para llegar a un lugar mejor, por ello, sí, en esta nueva etapa de mi vida, una que llamo adultez, soy inmadura, me siento en pañales, miro al frente como si tuviera idea de para dónde es, cuando en el fondo se me perdió el mapa y apenas empecé a construir uno, en el cual ya hay varios valientes dispuestos acompañarme en esta nueva etapa, quizá por unos meses, por unos años, por la vida, no sé, solo sé que hoy están aquí, que me brindan su amor, su compasión, sus enseñanzas pero más que nada su apoyo y por variar me piden que me relaje… ¿Quizá sea esa la lección?

lunes, 6 de agosto de 2018

Monedita de oro

Soundtrack: Algo muy yo, la presentación de Martin Garrix en el pasado Tomorrowland. 


En un mundo tan cambiante ser la monedita de oro sería lo ideal, así constantemente le agradaríamos a todos, todo el tiempo. Sin embargo, al igual que en la naturaleza existen miles de minerales los cuales para poder ser lo que son necesitan millones de años para formarse, corregirse, perfeccionarse y finalmente salir de la oscuridad de la madre tierra al mundo exterior para inundarlo con su luz.
Personalmente, estoy en ese proceso, sin ser una niña, tampoco una anciana, tengo el tiempo para ser mejor, sí, no obstante a veces el hecho de tener tiempo significa que experiencia no tienes, por ende, te equivocas más, cosa que duele más, aunque para llegar a ser un diamante, este tuvo que ser un carbón sometido a una presión inigualable.
Así que, estoy joven, tengo tiempo, el mundo por delante y a veces no sé que hacer con él, me miro a mi misma, lo lejos que he llegado, los obstáculos que he sorteado, las lagrimas derramadas, los meses en terapia de todo tipo. Hoy a mis 26 apenas siento que me estoy redefiniendo.

Esta nueva definición de la cual fui consciente comenzando este 2018 es una que dejó atrás todas las características fundadas por mi familia, estas que creí tener, pero no iban con lo que yo quiero ser, también abandoné esa necesidad de hacer, hacer y hacer, es demasiado trabajo, reconocí que hay situaciones donde no tengo idea, una de ellas es las relaciones amorosas, me siento en pañales porque es más lo que la embarro a los momentos de triunfo, de verdad, me parece increíble que laboralmente problemas de miles de millones no me abrumen como lo hace la vida en relación. Me abruma en el sentido que siendo una romántica empedernida percibo que el mundo tiene más personas de piedra que de carne y hueso, me he topado con personas rodeadas de un muro tal alto, tan fuerte y tan impenetrable que difícilmente se cuela por sus grietas la luz que llevan dentro y eso de derribar muros cansa y mucho, sobre todo cuando lo intenta hacer alguien como yo que recién esta aprendiendo, por ello con cada embarrada, de 3 ladrillos tumbados son reemplazados por 5 más.
Logro ver que son personas de piedra porque alguna vez también lo fui, por muchos años sólo me importó mi brillo profesional, pero en lo personal nunca me permití conectar, sin embargo, aquí estoy tratando de manejar un equilibrio, esto lo comencé cuando me dijeron “El amor que das es tuyo, nadie puede quitártelo, si no lo quieren lo vuelves a guardar” Esa frase se convirtió en uno de mis pilares, porque pensaba que cada persona con la que estaba se llevaba un pedazo mío y que si seguía así no me quedaría nada. Que ingenua era, he descubierto que entre más doy, más tengo, más feliz soy y más tranquila me siento. Así que, en las relaciones se que me siento bien dando, así cursi, romántica, dando caries, diabetes. 
Me siento bien porque al final cuando todo se acaba estoy tranquila ya que lo di todo, no me queda nada, si no fue, no estaba destinado a ser, pero sí fue es porque la energía está ahí y en cualquier momento volverá a suceder.

Ser monedita de oro para agradarle a todo el mundo, no soy, nunca lo seré; soy una persona muy diferente a la que inicio sus 20, definitivamente, sin embargo, toda la madurez obtenida en el plano profesional ahora la quiero aprender en el plano relacional, no solo por crecer, quizá algún día seré un gran diamante, sino que quiero dejar de ser solo esa “espectacular persona” también quiero ser una novia espectacular, porque alguien una vez me dijo que me faltaba mucho, palabras que me dolieron, al inicio me aporrearon el ego, pero analizándolas a fondo, me llevaron a ver que crecer como persona es fácil, al fin y al cabo lo hacemos por nosotros solitos, con nuestros demonios, nuestros miedos y nuestras cargas pasadas, pero en el plano de las relaciones amorosas obligatoriamente necesitamos a otro, uno que nos haga espejo, que nos confronte, pero que lo haga desde el amor, desde la compasión, el respeto, la tolerancia y la paciencia porque sólo desde allí es que crecemos y somos mejores cada día.

No soy monedita de oro, tampoco quiero serlo, quiero verme en el espejo día a día, sentirme orgullosa de ese reflejo, porque es ver día a día mi crecimiento, siendo humana, mejorando al punto que un día al salir al mundo a brillar como un diamante. Por ello, a las personas que me quieran y me estén acompañando en este viaje GRACIAS, no tengo como pagarles la valentía, ellos saben que no es fácil, pero si divertido y con mucho amor.

jueves, 28 de junio de 2018

Desarmar el molde

En un mundo lleno de reglas, estándares, tiempos, expectativas, decidí ser una utopía.

El día que decidí hacer una pausa en mi vida comencé a replantear muchas cosas, empecé a darme cuenta que la idea de perfección que impusieron a nuestros padres estaba aún presente en nuestras generaciones, ya no promocionada por los ascendientes de las familias, sino por nosotros mismos, el mismo colectivo social donde nos movíamos diariamente, era ese mismo que nos llenaba de tiempos, de marcas, estados, requerimientos, metas que debíamos cumplir, cosas que debíamos tener, trabajos en los que deberíamos estar, relaciones, viajes, posesiones… Pero ¿A alguien se le ocurrió sí semejante presión nos permitiría ser felices?

Puede que muchos si lo sean, puede que su fin sea esa vida acelerada, ese perseguir metas cuan carrera de obstáculos, obtener la medalla de oro del colectivo social. Pero, yo no quería tal reconocimiento y tampoco quería esa vida.

Así que, desarmé el molde para volverlo armar, me miré al espejo, vi a una mujer que se fue infiel a si misma por tratar de estar en ese molde, que pasó muchos años cumpliendo expectativas ajenas, compitiendo por una posición de reconocimiento, uno que ella misma no se daba y cuando estaba a punto de conseguirlo, quiso una vida diferente.

Una vida donde no importaba los tiempos, ni las expectativas, ni aquello de “yo a tu edad ya era, ya tenía, ya estaba” … Una vida, a mi propio ritmo, con mis propias metas, unas que si iba o no acorde con el colectivo social, no me importaba, porque mi meta era hacer el salto hacía dentro, verme al espejo, reconocerme, ver el reflejo de mí misma y sólo esperar mi aprobación. Ególatra, un poco, pero la única persona que va a vivir esta vida soy yo, por ende, me permití serlo.

Al momento de decidir volver armar el molde, llegaron a mi vida personas que me enseñaron que yo era un ser de luz, un ser lleno de alegría, de historias, de risas, una persona que no se quedaba callada, que esa era mi esencia y debía aceptarla, honrarla, me mostraron que disfrutaba plenamente de ayudar desinteresadamente a los demás, que podía encontrar soluciones simples a los problemas más complejos, total, mi trabajo durante muchos años fue solucionar problemas y mejorar situaciones, la diferencia era que al ver feliz al otro, yo era aún más feliz y esa era la mejor recompensa.

También, aprendí a restarle importancia al mundo, a sus opiniones, sus críticas, porque descubrí que aquellas personas que permanecen luego del cambio son las que valen la pena, son las que se tomaron la molestia de ver más allá, son las mismas que entendieron que, en apariencia vivo a 350 km/h, pero no es así, vivo bajo mi propio velocímetro, el cual no se le impone a nadie y no es que viva a esta velocidad, sólo sé muy bien para donde voy, pero no quiero ir sola, entonces, en ocasiones bajo las revoluciones y disfruto el paisaje acompañada.

Decidí convertirme en un unicornio que cabalga sobre el arcoíris de la vida, ser ese fenómeno de la naturaleza que transforma la lluvia y la luz del sol en el perfecto arco de 7 colores iluminando el cielo, decidí ver el vaso medio lleno, decidí reír, luchar, decidí serme fiel.  

   
Aunque, para muchos, enloquecí, fracasé, me dejó el tren, todo esto por no estar acorde con sus tiempos, pero, cada uno tiene los suyos, cada quien tiene el derecho de ser lo que quiera ser, en el tiempo que lo quiera ser, cómo lo quiera ser y dónde lo quiera ser. Libre albedrío lo llaman y yo soy una fiel defensora de este.

jueves, 10 de mayo de 2018

Bajo mis propios términos


Hace unos días se hizo oficial mi renuncia a una gran empresa en la que llevaba 2 años y 9 meses, en el camino entre mi último día y la entrega de mi puesto, comencé a mirar hacia atrás, mi yo de hace 3 años, a la mujer de 23 que nunca se le hubiera pasado por la cabeza renunciar y menos en las condiciones que lo hacía.

Renuncié para quedarme quieta, para dedicarme a mí, para pensar, para reconocerme, para conocerme, para parar, para dejar de correr por la vida acumulando metas, cargos, merecimientos, cosas que no me hacían feliz, renuncié por mí. Lo hice porque ya me había olvidado de qué era ser persona, qué era dormir sin tener 1000 situaciones que solucionar al día siguiente, porque ya no quería seguir cumpliendo expectativas ajenas, quería llegar a mi casa y tener una conversación coherente, no sólo desmayarme en la cama víctima del cansancio, ya era hora de vivir bajo mis propios términos.

Cuando el mundo se enteró de aquella decisión, las opiniones no se hicieron esperar, bastante polarizadas de hecho, muchos me tildaron de loca, inestable, millenial, equivocada, desagradecida, apresurada, otros me cuestionaron, sí ya llevaba 7 años en la misma situación, ¿por qué no aguantar unos meses más? Unos pocos, quizá, a modo de inspiración me aplaudieron por valiente, por temeraria, por arriesgada, en fin, las opiniones fueron muchas, pero sólo quien está en el ojo del huracán sabe cómo están los vientos.  
  
No renuncié para irme de mochilera por el mundo o para cambiar por un trabajo mejor, lo hice porque me había perdido tanto en aquella actividad llamada trabajo, que ya no sabía quién era, mis temas de conversación giraban entre los negocios que manejaba y lo que pasaba al interior de la oficina con mis compañeros de trabajo, me costaba identificarme, concentrarme en algo más que salvar al mundo con cuadros de Excel. Ya no quería más eso, mi trabajo ahora sería buscar aquella niña que alguna vez en su entrevista de pregrado dijo, que quería ser abogada para entender mejor el funcionamiento del mundo, para ayudar hacerle la vida más sencilla al otro, para aprender, leer, hablar y ser feliz.

Curiosamente quién mejor entendió mi situación, fue mi jefe, a quien le estaré profundamente agradecida, ya que con su actitud confirmó el por qué alguna vez, cuando fue mi jurado en un examen de Derecho Comercial soñé trabajar para él y lo logré, durante casi 3 años cumplí un sueño, mi sueño, pertenecer a una importante oficina de abogados paisas. Pero una vez cumplido me ayudo a identificar un sueño más grande, mi felicidad y para ello era necesario hacer una pausa.

Hoy a 20 días de cerrar este ciclo, marcar una meta, decir hasta luego, doy las gracias, no sólo a mis futuros excompañeros, a mi jefe, sino también aquellos que con sus opiniones sólo reforzaron esa terquedad que me caracteriza, a los que me alentaron, criticaron, odiaron, a todos, gracias, porque a partir del 1 de junio comienzo a vivir bajo mis propios términos, tratando de encontrarme y una vez lo haga, volverán a saber de mí.

Con cariño,

Miss Irreverente.         

lunes, 12 de marzo de 2018

¿Eres feliz?

De tanto entrenador de vida que veo en redes sociales la constante en este inicio de 2018 era arriesgarse por aquello que nos hacía felices, porque el secreto de la ley de la atracción era el sentimiento, hacer lo que nos trajera tranquilidad también nos traería felicidad, entonces me pregunté ¿Soy feliz?, para responder miré a mi alrededor, tengo casa, mis padres vivos y con salud, tengo la nevera llena, trabajo, amigos, solvencia económica para tener una vida social activa, pero, ¿Era feliz? La respuesta fue no, llegar a ella me asustó porque hace muchos años no me sentía perdida, ahogada e infeliz. Sí tenía trabajo, si tenía mi familia, sí tenía un nivel de vida muy cómodo, pero de las 24 horas del día pasaba 10 en la oficina, 3 en el tránsito, entre 5 y 7 dormida, lo que me dejaba unas 4 horas “libres” por día, mismas que usaba para estudiar, entonces, por esa comodidad ¿dónde estaba quedando yo?, ¿Dónde estaba ese tiempo para mí?, constantemente me engañaba diciéndome que el tiempo para mí era el que estaba metida en el metro, el bus o el Uber, pero tampoco, porque estaba tan preocupada por los demás asuntos que me había olvidado de quién era yo. Ya no tenía energía, tiempo o disposición para ir al gimnasio, para pintar mándalas, nunca me inscribí en el curso de Lettering que soñaba, tampoco había vuelto a irme de paseo con mis amigas, incluso cuando salía con ellas me sentía completamente desconectada. Nuevamente me pregunté ¿qué pasa conmigo?

La respuesta fue sencilla, no era feliz, ¿por qué? Porque había dejado que mi vida girara en torno a mi trabajo, uno que ya no me retaba, no me movía, simple y sencillamente no me hacía feliz, porque si bien comenzó como un reto, actualmente me sentía ahogada, en el limbo, en donde no te reconocen por quién eres y te exigen como si ya lo fueras, totalmente desconectada.

Ya con la respuesta lista, sólo quedaba una cosa por hacer, actuar, buscar abrir mis alas, salir de mi zona de confort financiera, dejar de sacrificar mi vida por un sueldo, creerme eso que toda la vida grite, que soy capaz, que siempre lo he sido y que esta no era la excepción.

No es un paso fácil, de hecho, es muy difícil, porque a medida que creces tus responsabilidades también lo hacen y de un día para otro no las puedes dejar colgadas, pero ¿valía la pena seguir desconectada por un salario?, la respuesta también salió rápido, no, no valía la pena, porque nada justifica que se pierda un ser humano por un sueño ajeno, nada es proporcional a levantarte y no tener ganas de salir, cada persona necesita una chispa que lo impulse a luchar, porque la vida ya es lo suficientemente difícil para también ser esclavos de una nomina que no te hace feliz.

Así que, puse manos a la obra, hable con Dios, con el universo, con mi familia, mis seres queridos, conmigo misma y decidí tirarme del nido, esperanzada en que puedo volar y esta situación no será más que un recuerdo, uno que espero me enseñe que siempre se puede, sólo es cuestión de querer.

domingo, 14 de enero de 2018

¿Le pesa a usted la soltería? A mi no.

Ha pasado mucho desde la última vez que me senté a escribir, la razón, mmmm, falta de sucesos interesantes, exceso de trabajo, necesidad de graduarme, en fin… Sin embargo, en lo recorrido del 2017 hubo una constante, bastante incomoda de hecho, no había escrito sobre ella, pero, en algunas de las publicaciones la mencionaba en ocasiones, no obstante, hoy merece brillar con luz propia y tener su propio espacio.
Comencemos, 2017, un año difícil, la economía sufrió, sacaron más impuestos, en la política hubo mucho escándalo, el clima parecía loco y pese a todo esto, lo que floreció más que nunca fue el amor, haciendo memoria, el timeline de mis redes sociales parecía catálogo de joyería viendo tanto anillo de compromiso, con ello las despedidas de solteros, los matrimonios con sus vestidos elaborados, su etiqueta, protocolo, la producción en las mujeres para verse divinas y los hombres al menos decentes, los viajes de luna de miel, el primer fin de semana en la casa propia, todo un reguero de arequipe no apto para un diabético. Frente a todo esto, estaba yo, una soltera de 26, muy feliz de su condición, pero, el mundo no contento con ello, comenzaron una empresa que al día de hoy me sacó de quicio, buscarme novio.



¿A quién en sus 5 sentidos se le ocurre semejante disparate? Yo les diré a quién, primero, la familia, este grupo de individuos los hemos padecido todos y cada uno de los que me están leyendo, la razón, simple, a mi edad la mayoría de nuestros parientes ya estaban casados, con hijos y algunos con su primera hipoteca, por ende, dan de lo que tienen y enseñan de acuerdo a sus vivencias propias. Los segundos, los compañeros de trabajo, en mi caso, soy una de las pocas solteras, lo que trae como consecuencia las acostumbradas preguntas posterior a colgar una llamada con un sujeto del genero opuesto, ¿estás saliendo con alguien? ¿Cómo vas con tu nuevo novio?, lo que me lleva a concluir que uno no puede tener amigos o que todo hombre con el que uno se relacione es un futuro prospecto. Los terceros, conocidos, son estas personas que siendo amigos o familiares no son de nuestro cotidiano vivir y su trato es más bien lejano, pero que, en cualquier conversación no falta la típica búsqueda de explicación ante tu prolongada soltería. Cuarto, los amigos, de estos duele más, porque son aquellos quienes nos conocen mejor que los anteriores y por lo menos conocen de primera mano las razones por las cuales no deseamos o no estamos con nadie, pese a ello, en la oportunidad menos esperada, actúan como celestinos y te venden por catálogo de redes sociales al sujeto soltero más cercano.   


Teniendo el panorama claro, el fundamento de mi prolongada soltería es más simple de lo que parece, ¡No me da la gana buscar un novio!, considero que esto no se busca, así que, sí no ha llegado es porque no es el momento para ello, o quién sabe de qué esperpento me está librando la vida, porque mi pensamiento es, o bien enamorada o bien quedada, ya que, tengo mucho espejo a mi alrededor de mujeres y hombres atados a personas que no los hacen felices, por el miedo a estar solos, para estos un mensaje bien claro, cuando aprendes a disfrutarte  es cuando más disfrutas estando con los demás. No les de miedo ser ustedes mismos, hacer cosas solos, viajar, comer en un restaurante, salir por la ciudad, infinidad de cosas sin tener que esperar a nadie, preocuparse por si disfruta o no el plan, llevar el propio ritmo. Tantas cosas que deseamos hacer y no hacerlas, sólo por no tener compañía es el peor crimen que podemos cometer contra nosotros mismos, ya que, es negarnos una relación con nosotros, es negar conocernos, saber de verdad que nos gusta, que no, tener nuestras propias historias, enfrentar nuestros propios miedos y quien quita conocer a otros en ese proceso.
No digo que lo anterior sea sencillo, porque antes de hacerlo me parecía un disparate, pero entre más lo hago, más me gusta, adoro levantarme un fin de semana e irme a un sitio que quiera conocer, sin necesidad de preguntar varias veces a ver quién me acompaña, hacer las cosas que quiera sin miedo a ser tildada de ñoña o romántica, comer donde quiera, lo que quiera y con la paciencia que requiera. Y todo esto al mundo le parece una locura, un acto egoísta, incluso me han etiquetado de solterona, que terminaré llena de gatos y completamente sola. Pobres, se mueren de la envidia.

Así que, para aquellos que están del otro lado, que buscan incansablemente por unir almas gemelas, por favor, descansen, aprovechen este 2018 para lograr sus propias metas y déjennos a los solteros en paz, total matrimonio y mortaja del cielo bajan, algún día, en algún momento, en el lugar menos esperado nos toparemos con una persona que se acomode a todo lo que somos, que nos de tranquilidad, que sea nuestro compañero de viaje, en fin, que sea el indicado para nosotros; pero, mientras pasa eso que ustedes tanto añoran, compartan la felicidad de la soltería con aquellos que todavía lo somos y si están aburridos en su relación, termínela, lo mejor de la tusa es que usted se conoce mejor, baja de peso, vuelve hacer cosas que no hacía y si necesita ayuda, yo tengo master en esos temas.   
     

domingo, 19 de noviembre de 2017

Del coqueteo en redes sociales y otras cosas que no entiendo...

Estamos en la época de la conquista por redes, a través de un dispositivo móvil, un computador o una Tablet, pero del cara a cara, pocón pocón, es más ya se me olvidó la última vez que me halagaron en un café, restaurante, incluso en el metro.


Ahora, de las redes sociales a las que me refiero son las básicas, Facebook, Instagram y Twitter, porque eso de Tinder, Happn, Suggar Daddy, Adopta un man y sus similares, mi única interacción en ellas ha sido sus anuncios en las páginas web que frecuento, pero no porque las satanice, no esté de acuerdo con ellas, o algo por el estilo, no, simple y sencillamente, porque no van conmigo, es decir, ¿qué te puede decir una foto acerca de alguien? ¿Así de básicos nos volvimos? ¿Ya somos sólo superficie y nada de sustancia? Ahora, digamos que hay mach, ¿Qué sigue? ¿La entrevista de estudias, trabajas, gustos, etc.? Que poca emoción y que falta de todo.




Personalmente y sin ánimo de ser llevada a la orca, mil veces prefiero sentarme frente a alguien, mirarlo fijamente a los ojos e intentar descubrir que pasa por su cabeza, adoro tener la incertidumbre sobre si el gusto es mutuo, me gustan los nervios al irme al baño o retirarme del sitio y ver si la persona se queda mirándome o no. En fin, digamos que prefiero el café tostado en cafetera de goteo a un café instantáneo.
Pese a todo lo anterior, no soy una cavernícola alejada de toda la tecnología, no, de hecho, la amo y es un extensión de mi ser, sin embargo, hay algo que no entiendo, digamos que te gusta alguien, han salido una que otra vez, se está en la fase exploratoria y existen redes sociales, mismas en las que cada like, cada me encanta, me divierte, me entristece y demás, tienen un significado, uno que yo no entiendo, ahí sí que alguien me envíe el manual para sobrevivir al amor en los tiempos modernos, porque abiertamente me declaro impedida. Supuestamente es importante que esta persona de señales de vida interactuando con tus fotos, publicaciones y demás vainas varias, nuevamente, no entiendo. A ver, si antes de todo esto ya existía el Messenger, donde la manera de llamar la atención de los tímidos era conectarse y desconectarse, la de los valientes era saludar y la de los atrevidos era enviar zumbidos, ¿qué nos pasó? Por qué retrocedimos? Íbamos muy bien, incluso, podría llegarse a pensar que quienes usábamos Messenger en nuestra adolescencia, hoy somos adultos jóvenes quienes debemos tener la capacidad de ir por aquello que nos interesa, pero no, al parecer con un like es suficiente, en serio, que falta de todo.

Y se los pongo más interesante, soy mujer, en este panorama y a causa del machismo, debo hacerme la interesante, hacerme desear, no mostrar el hambre, hacerme extrañar, ¿Por qué? Sencillo, porque por más revolución que hagamos seguimos rodeadas de sujetos muy interesantes, pero con gustos bastantes peliculares, esos de soy un hombre valioso, interesante, inteligente, con metas, pero, me encanta la Barbie, cuál es el miedo a la mujer real, aquella que también es inteligente, interesante, centrada, estudiada, culta, pero al mismo tiempo es vanidosa, se cuida, es femenina… No es miedo, es pánico, es pavor, es una ceguera comunitaria donde pareciera que no ven que para lograr su imperio necesitan la mejor socia y esa en definitiva no es la Barbie, a menos que tenga el chip de “Mujer que no gasta, hombre que no progresa”. Con todo respeto, yo me salgo de ese paquete, prefiero estar construyendo mi imperio rodeada de personas igual o más interesantes que yo, donde pueda ser yo misma, así irreverente, a veces, imprudente, pero siempre con los ojos puestos en la meta.




Finalmente, si bien no entiendo esa mecánica del coqueteo en redes, prefiero ir a lo simple, por más likes tuyos que tenga en mis timelines, si no haces el esfuercito en esa bella aplicación llamada chat (Cualquiera que sea) para por lo menos enviar un hola, sabré que no es que seas muy interesante o estés muy ocupado, lo tuyo sencillamente es falta de interés y por ende a mí, no me interesas.