El día que decidí publicar mi blog me encontraba en ese
momento en el cual las ideas hacían tanto ruido que dormir era difícil, me
aturdían las palabras a cada instante, sentía la necesidad de plasmar mis ideas
en algo más que pensamientos y conversaciones ambientadas por café.
Escribir es mi forma de organizar la mente, sacar lo que me
pesa, desahogarme, sentirme liviana, pasar la página y seguir mi vida. A veces,
relatar mis ocurrencias es sencillo, otras no tanto, pero el resultado es el
mismo, plenitud, tranquilidad, serenidad.


Claro está, ya no seré la que propicie que ciertas cosas
pasen, tampoco seré la que busque determinada situación, menos haré X o Y acciones
para que la reacción sea Z, no, es demasiado trabajo orquestar la vida, es
desgastante querer que las personas se comporten de acuerdo a tu estándar,
estoy cansada de matarme la cabeza con ideas de cómo sería si… O que pasaría…
De verdad no quiero, hoy decidí tomar el rumbo de mi propia vida, quien quiera
estar en ella, pues que haga méritos, porque yo no cruzare océanos por personas
que no están dispuestas a mojarse un dedo por mí.
Lo anterior para muchos puede sonar retador, egoísta o que
definitivamente perdí la cabeza, pero a unos días de un cuarto de siglo,
dos décadas y media, 5 quinquenios, para quienes no hicieron las cuentas, a unos días de mis
25 años, ya no quiero sentirme mal cuando las situaciones no son lo que quería,
quiero simplemente vivir, quiero disfrutar de aquellos que siempre han estado ahí
y dejar ir a los que no, ya no tiene caso llamar la atención de quienes no
quieren prestarla, yo hoy 25 de septiembre a 23 días de mis 25 decreto que
suelto aquello que no quiere quedarse.
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