domingo, 25 de septiembre de 2016

En blanco



El día que decidí publicar mi blog me encontraba en ese momento en el cual las ideas hacían tanto ruido que dormir era difícil, me aturdían las palabras a cada instante, sentía la necesidad de plasmar mis ideas en algo más que pensamientos y conversaciones ambientadas por café.
Escribir es mi forma de organizar la mente, sacar lo que me pesa, desahogarme, sentirme liviana, pasar la página y seguir mi vida. A veces, relatar mis ocurrencias es sencillo, otras no tanto, pero el resultado es el mismo, plenitud, tranquilidad, serenidad.
    
Pero, este mes no ha sido fácil, han pasado tantas cosas, se han ido personas, otras han regresado y yo me siento como si una tractomula de 18 llantas me hubiera pasado por encima, tan así es que mi mente es un constante en blanco, un pasme permanente, sólo se activa de 8:00 am a 5:00 pm los días hábiles, pero el resto del tiempo estoy desconectada. Eso es mi es raro, conforme que los problemas los he tenido por pensar demasiado, por tener la cabeza llena de imaginativos que me llenaban de ansiedad, miedos e inseguridades; sin embargo, hoy con todo lo que he pasado, no tengo nada, incluso recurrí a la música a ver si de ahí fluía algo y tampoco. 

No sé si esto sea la paz antes de la tormenta, tampoco sé si aprendí a fluir y entendí que darle tantas vueltas no sirve de nada, quizá decidí soltar el control de aquello que no me pertenece y le deje las riendas a la vida, sin entender cómo, porqué y para qué lo hace, pero lo solté. Yo solía ser muy controladora, me creía la directora de la orquesta de mi vida y pretendía que las personas a mi alrededor se movieran en determinados acordes para que la melodía se ajustara a lo que yo quería escuchar, cuando eso no pasaba me frustraba, deprimía, lloraba, era infeliz; siempre me decían que me relajara, que dejara de pensar tanto, que fluyera, yo entraba en crisis al escuchar esa palabra, “fluir”, acaso soy un rio, un grifo o algo que se derrama, les decía. Hoy, sin saber aún si fluyo o no, estoy dispuesta a dejar que las cosas pasen, a no pensar, a no racionalizar cada segundo que pasa de mi vida, cada pensamiento, cada emoción, a ser yo y a no arrepentirme de serlo, decidí hacer las cosas por la simple voluntad de mi libre albedrio.


Claro está, ya no seré la que propicie que ciertas cosas pasen, tampoco seré la que busque determinada situación, menos haré X o Y acciones para que la reacción sea Z, no, es demasiado trabajo orquestar la vida, es desgastante querer que las personas se comporten de acuerdo a tu estándar, estoy cansada de matarme la cabeza con ideas de cómo sería si… O que pasaría… De verdad no quiero, hoy decidí tomar el rumbo de mi propia vida, quien quiera estar en ella, pues que haga méritos, porque yo no cruzare océanos por personas que no están dispuestas a mojarse un dedo por mí.   

Lo anterior para muchos puede sonar retador, egoísta o que definitivamente perdí la cabeza, pero a unos días de un cuarto de siglo, dos décadas y media, 5 quinquenios, para quienes no hicieron las cuentas, a unos días de mis 25 años, ya no quiero sentirme mal cuando las situaciones no son lo que quería, quiero simplemente vivir, quiero disfrutar de aquellos que siempre han estado ahí y dejar ir a los que no, ya no tiene caso llamar la atención de quienes no quieren prestarla, yo hoy 25 de septiembre a 23 días de mis 25 decreto que suelto aquello que no quiere quedarse.

 

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