jueves, 25 de mayo de 2017

No quiero que seas mi novio

No me gustan las etiquetas, como diría Madonna, “te limitan”. Sin embargo, durante un tiempo una duda me estuvo dando vueltas lo suficiente como para tomarla en serio y definir por lo menos yo qué quiero.

Comencemos, constantemente conocemos personas, todas inician con una hoja en blanco y todas las posibilidades abiertas, pero, al pasar el tiempo, de acuerdo a sus características propias estas se van sesgando, encasillando, clasificando o etiquetando. Cuando esto pasa, podemos tener varias reacciones, aceptamos que esto es así y disfrutamos esa clasificación; tratamos de cambiarla o desistimos de nuestro plan con esa persona y la dejamos ir.


Como dije anteriormente, al inicio la hoja está en blanco, las posibilidades son infinitas y el cielo es el límite, incluso las etiquetas también son muchas, porque como leí alguna vez, el novio es una especie en vía de extinción y cada vez son más los términos para referirnos a las no-relaciones. Entonces, yendo en contra de mi propia filosofía, si bien no quiero que sea mi novio, tiene los méritos suficientes para permanecer en mi vida, así que podría llamarse, el mientras tanto, o acoger la teoría de las mandarinas, aquella que indica que mientras llega la media naranja, se van comiendo mandarinas.

Llegar a esta conclusión no fue fácil, de hecho, fue sometida a debate, en donde surgieron preguntas tales como, si no quieres que sea tu novio ¿Por qué sigues ahí?, ¿Y si te dice que seas su novia?, esta última me puso a pensar más, no porque no le tuviera respuesta, sino por lo automática de la misma, no quería ser la novia (léase con terror), entonces, si así era, ¿Qué quería?, sabía que quería continuar, pero si se acaba me dada igual, esa actitud conociéndome como me conozco, es lo menos yo del planeta, conforme que todos los susodichos que pasan por mi vida me los he imaginado como novios y cuando no me consideran material de novia, me cuestiono, así que, a este ¿Qué le pasó? ¿Qué le falta? ¿Algo le sobra?, otra vez pensando y comparando, por más odioso que sea, le encontré respuesta, le pasó, le faltó algo muy sencillo valorarme, en el preciso momento que dejo ver su carencia de valor, no sólo hacía mí, sino hacia el género femenino, entendí que yo no podría compartir algo tan bonito como es un noviazgo, con una persona así.

Mi tesis es la siguiente, sabemos y estamos acostumbrados a los hombres perros, don juanes, casanovas, los cuales tienen en común el excesivo detalle, ese ensalzar a la mujer de tal manera que se siente única e irrepetible. Sí, la mayoría después de conseguir su objetivo se van y se cae toda su parafernalia; pero, en la conquista son los mejores para inflar egos. Sin embargo, este no era el caso, su estrategia de conquista era bastante básica, por no decir que inexistente; no obstante, ese no era el problema, la cuestión de este asunto era que no se si por ser narciso, importaculista o un odio profundo hacía las mujeres, estas eran tratadas como objetos, te uso, te boto y ni me acuerdo. ¡Por Dios! ¿Cómo una mujer puede permitir eso con ella misma?, somos seres humanos y así estemos vacíos y nuestro único fin sea respirar, merecemos unos mínimos.

La anterior situación me llevo al imaginario de, siendo la novia de este sujeto, sería el “pobrecita” de muchas personas que lo conocen y eso es ir en contra de mi misma, ya que prefiero producir miedo que producir lastima, nunca quisiera estar con una persona que no reconozca el valor que tengo, que me vea como objeto o que vaya por la vida creyendo que el mundo gira a su alrededor. De sólo pensarlo me da gastritis.

Con todo lo anterior, dije, mi misma hora de partir, pero, pensé, estás joven, con el corazón blindado, ¡Ya que hptas! Lo peor que podría pasar que sería una tuza, pero al no tener los elementos necesarios para generar ni apego, ni sentimientos, por ende, no habría daño alguno, así que, aprovecha ese mientras tanto, porque con lo dura que esta la calle, no sabemos cuándo otra cosa deliciosa vuelva gustar.

Entonces, querido mientras tanto, si me estás leyendo, quiero que tengas la plena seguridad que no me enamoraré de ti, porque ya estoy muy enamorada de mí, además, sé que nunca reconocerás mi verdadero valor, porque tu deporte favorito y en el que eres campeón, es el subestimarme y que equivocado estás con todas las teorías que tienes de mí. Si bien iniciaste con el viento a tu favor, solito te encargaste de cambiar las fichas, vibraste en una frecuencia que no me permite más que planes a corto plazo y muy seguramente te diga adiós repentinamente cuando llegue alguien que sí valore quien soy, a parte de mi misma, claro.          

Para terminar, no todo sujeto es un objeto, pero las mujeres también los cogemos de parche y también podemos decir, yo no quiero que seas mi novio, te falta material.

lunes, 1 de mayo de 2017

¿Feminista?

Para quienes me han etiquetado de esa manera, de todo corazón, no sé si lo soy, no porque carezca de una posición frente al papel de la mujer en el mundo, sino porque las más de las veces he visto de forma exagerada como se utiliza este pensamiento, sea para atacar al género opuesto o para hacerse las morrongas aprovechadas.
Considero que exageran porque pareciera que odiaran a los hombres, o que se valen de su posición de mujer y la supuesta inferioridad con las que son tratadas para pasar por encima de los demás o conseguir quien sabe qué, por el sólo hecho de ser mujer, tampoco estoy de acuerdo con aquello de la doncella en apuros esperando que el príncipe azul las rescate, esa actitud esta mandada a recoger desde el mismo momento en que una mujer demostró su capacidad para ser independiente y brillar por sus propios méritos.
Menos entiendo cuál es el fin de situarse tras bambalinas en una relación, nada de “tras de una gran hombre, hay una gran mujer”, evolucionen, al lado de un gran hombre, hay una gran mujer, es el momento de ser valientes, de no quedarnos calladas, no sólo con los grandes retos que enfrentamos, sino con los pequeños también, comenzar nunca es fácil, pero es mucho más sencillo cuando logramos mirar a los ojos a un hombre, sentirnos en equidad y poder decir con toda franqueza que es un amor o que es un perfecto idiota, sin ser clasificadas como dramáticas, empeliculadas o demás, ya que, únicamente estamos haciendo uso de nuestro derecho a libre desarrollo de nuestra personalidad y dicha etiqueta podría ser usada como ofensa a nuestra forma de pensar.
Tampoco le encuentro misterio alguno en decir a viva voz que nos gusta el sexo, que lo necesitamos, que a veces tampoco nos enamoramos, que no siempre estamos buscando al marido con quien vivir en la casa de reja blanca, nosotras también los cogemos de parche, también nos aburrimos y las más valientes también los abandonamos. No por ello es el fin del mundo, porque de la misma manera que ustedes, tenemos todo el derecho de expresarnos. He visto muchas mujeres hacerse las morrongas, siguiendo aquella frase de “los caballeros las prefieren brutas”, por favor, sólo un cobarde preferiría a una mujer bruta, por ende, la mujer que se encuentre con un tipo de semejante estupidez siéntase afortunada de no tenerlo más en su panorama, un hombre de verdad quiere una coequipera que salga adelante, que tenga metas propias, que no le de miedo y que juntos puedan hacer un proyecto de vida, ya que, este hombre entendió que si prefiere a la bruta, esta no será más que un adorno en la casa, bastante costoso por cierto.

Estoy de acuerdo con aquellas mujeres que van por lo que quieren, sea un trabajo, una profesión, un hombre, un hijo, un ideal o cualquier situación que la mueva por dentro, personalmente, me enorgullezco de decir que soy brillante en lo que hago, que amo mi independencia, no la cambio por nada; así muchas se escandalicen y digan que me quedare solterona o que el género opuesto va a salir corriendo, no tengo ningún problema en lanzarme a la tarea de enamorar a un hombre, de llamarlo, proponerle los planes, decirle mis sentimientos, también cantarle la tabla. Soy partidaria de dejar las teorías atrás, de ser nosotros mismos, de dejarnos llevar, muchas veces nos perdemos de maravillosas oportunidades por seguir tantas teorías, tantas frases de “deja que te llame primero, deja que dé el primer paso, deja que aparezca, deja que te invite, no se acueste con él sino hasta la 5 salida” … Para mi hay una sola frase “Que todo fluya y que nada influya”. Los manuales los dejo para los ajuares de la casa que necesite un destornillador para armarlos, yo prefiero vivir mi vida, un día a la vez, haciendo todo aquello que me nazca, con lo que me sienta cómoda, si me caigo pues aprendo, si me va bien, lo disfruto. En conclusión, sentirse a gusto con una persona en el plano sentimental ya es lo suficientemente difícil como para ponerle reglas que lo compliquen.


Entonces, no sé si soy feminista, no sé si algún día lo seré, pero quisiera que un día no muy lejano logremos ver con equidad a los hombres, no como iguales porque somos completamente diferentes, pero sí que dejemos tantos prejuicios, paradigmas y reglas atrás, para solo ser un hombre y una mujer que deciden se felices juntos. No creo que sea difícil, lo complicado es borrar el casete de tantos tabúes con los que crecimos, de tantos roles que debía llevar cada quien, tantas listas de cosas permitidas, prohibidas, metas y planes por seguir, que al fin y al cabo no terminan siendo de nadie, sólo son fruto de las expectativas diarias que nos carga el mundo, pero nunca nos ayudan a llevarlas, tampoco nos dicen cómo conseguirlas y al final del día sólo nos reprochan de la peor forma el pensar y ser diferentes.  

Por todo lo anterior, hay que ser uno mismo, sentiré orgulloso de serlo, vivir fiel a sus ideales, instintos, sin etiquetas, sin miedos sembrados y con una única lista en mente, la que nosotros mismos nos permitimos escribir.