miércoles, 1 de junio de 2016

Si me caigo por pendeja, ¡me levanto de berraca!


Todos nos hemos caído alguna vez en la vida, de la cama, del triciclo, la bicicleta y ya más grandes, nos cae la vida encima.

Tenemos cicatrices, huesos remendados, hemos tenido moretones y momentos que no queremos recordar; sin embargo, cada crisis nos da carácter, nos enseña y nos da más herramientas para enfrentar el día a día. 

Ya sintiéndonos identificados con ese recuerdo amargo de nuestra existencia, ¿qué tipo de caídas podemos tener?

Caídas en el amor: Para algunos las más dolorosas, conocemos a esa persona especial, que nos mueve el piso, nos lleva a la luna, en vez de caminar, levitamos, ponemos todos los huevos en esa sola canasta, pero en el momento menos esperado, nos esparramamos en el piso, nos damos de jeta contra el mundo y ese lindo imaginario, pasa a ser un paisaje de película de terror. Entramos en modo tuza, adelgazamos o engordamos según nuestro ritmo, lloramos, odiamos, bebemos y prometemos en vida volver a creer en la primera barba que se nos pase. Es duro, lo sé.

Posible solución: Cantidades industriales de sus mejores amistades, risas, chismes y momentos agradables por toneladas, poner en cuarentena a todo aquel ser humano que esté viviendo un idilio de amor, ya que eso empeorará su cuadro clínico, régimen estricto de toda mala vibra, negativismo o situación que pueda perturbar su buen genio. Se permite comer helado, chocolate, chatarra o cualquier cosa que la haga feliz, eso sí, tenga presente, duele más que lo vean a uno más buena, más bonita y hasta más fit, siempre aplica el "esta hpta se puso más buena", ponerse divina no le quitará la tuza, aunque si le dará fresquito ver la cara de pendejo que pondrá el lastre cuestión.


Caídas sociales: No estoy hablando de esas caídas en la calle, donde fijo uno iba de blanco, llovió la noche anterior y cambió ese blanco por un café poco chévere o con la contaminación actual, un gris ratón, no, esas no, de esas toca pararse, regresar a la casa y cambiarse de ropa. A las que me refiero es cuando con intensiones o sin ellas, nuestros amigos se alejan o somos nosotros quienes nos alejamos porque ya no disfrutamos de las mismas experiencias.

Posible solución: De la misma manera que renovamos el armario, sacamos lo viejo para dejar entrar lo nuevo, aquí aplica igual, no quiere decir que sea para siempre, pero oxigenarse de vez en cuando ayuda. Total, si son amigos de verdad, van a estar ahí al primer WhatsApp de cualquiera de las partes.


Caídas laborales: Las más peligrosas, ya que estas pueden desequilibrar las dos anteriores, ocurre cuando renunciamos, nos echaron o por ricas y extravagantes, decidimos darnos un año sabático, pero al regresar estamos más  pegadas que de canción de Justin Bieber en las listas musicales. Aquí no hay de otra, igual que en el amor, hay que regresar al mercado, con la frente en alto y una hoja de vida llena de maravillas.


Obviamente hay más caídas en la vida, sin embargo, nunca debemos olvidar qué, si sangramos mensualmente por 4 días y no nos morimos, si podemos tapar las ojeras de un fin de semana de fiesta con dos tarritos (corrector y base), soportar tacones de 10 a 15 cm todo un día, algunas llegar a casa después de trabajar a ser mamas, eso es tener súper poderes, así las cosas, si nos caemos por pendejas, ¡Nos paramos de berracas! 
 


 

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